domingo, 19 de septiembre de 2010

San Cipriano y Santa Justina



Santa Justina era de Damasco, vivía en la virginidad por Cristo. San Cipriano era de Antioquía y empezó como un iniciado de magia y adorador de los demonios. Un cierto hombre joven se había enamorado fuertemente con la belleza de Justina y contrató a Cipriano para que ella lo amara; cuando Cipriano intentó cada dispositivo demoníaco que él sabía, y falló, sintiéndose rechazado por el poder de Cristo a quien Justina invocó, él entendió entonces la debilidad de los demonios y llegó a conocer la verdad. Liberado del engaño demoníaco, él llegó a Cristo y quemó todos sus libros de magia, se bautizó, y después ascendió el trono episcopal en su país. Después, él y Justina fueron arrestados en Damasco, y habiendo soportado muchos tormentos, les enviaron finalmente a Diocleciano en Nicomedia dónde ellos fueron decapitados aproximadamente el año 304.

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