martes, 28 de septiembre de 2010

SAN JUAN CRISOSTOMO

 

El más grande y amado entre todos los oradores cristianos, San Juan Crisóstomo, nació en Antioquia entre los años 344-347; provenía de una noble familia, segundo, funcionario civil en la administración militar de Siria, quien muere poco tiempo después del nacimiento de Juan; y Anthusa, una excelente mujer y una cristiana ejemplar, viuda a la edad de veinte años, quien se hizo cargo de la educación piadosa y esmerada de su hijo, así como de su primera hija. Juan recibió su enseñanza literaria del filósofo Anthragathius y de Livanio, el sofista, quien fuera el más grande maestro de la escuela retórica griega en aquel tiempo. Livanio era pagano, y cuando le preguntaron antes de su muerte a quien consideraba su mejor sucesor, contestó: "Por supuesto a Juan, si los cristianos no lo hubiesen separado de nosotros," y sobre la madre de Juan opinó: "¡Qué dignas mujeres tienen los cristianos!"
Después de terminar sus estudios Juan ocupó el puesto de abogado y se hizo muy famoso por su elocuencia. Pero muy pronto la vida mundana lo aburrió. Al recibir el bautismo a la edad adulta, según las costumbres de aquellos tiempos, quiso alejarse al desierto, pero se quedó en la ciudad por petición de su madre.
Mientras tanto el obispo de Antioquia Meletio se enteró de su extraordinaria inteligencia y lo ordenó lector en el año 370. En este tiempo Juan estaba estudiando las Escrituras Sagradas y otras ciencias relacionadas con la teología.
Al fallecer su madre, pudo cumplir su más grande deseo. Del año 374 al 381 vivió vida monástica en una ermita cerca de Antioquía; su extremo ascetismo minó su salud obligándolo a regresar a Antioquía, donde San Meletio lo ordenó diácono en el año 381.
San Meletio fue llamado a Constantinopla para presidir el Segundo Concilio Ecuménico durante el cual se durmió en el Señor. En el año 386 el obispo Flaviano ordena a Juan presbítero de la Iglesia de Antioquía. Los doce años de su servicio en Antioquia fueron los años más felices de su vida. Predicaba sin parar y participaba de manera muy activa en las alegrías y tristezas de sus parroquianos. Muchas veces sus sermones eran interrumpidos por fuertes aplausos. Juan calmaba al público diciendo: "¿Para qué me sirven sus aplausos? Arrepentimiento y conversión de vida hacia Dios, son los mejores elogios para mí de parte de ustedes." Especialmente Juan se hizo famoso por sus palabras referidas a las desgracias que amenazaban a la gente de Antioquia por derrumbar las estatuas de los emperadores. Muy pronto, en todo el mundo cristiano Juan se hizo famoso como “El Crisóstomo” (Boca de oro) (este nombre le fue dado por su gran elocuencia). Dada su fama fue elegido por el pueblo como sucesor de San Nectario –quien a su vez había sucedido a San Gregorio el Teólogo-; y fue consagra de Constantinopla el 28 de febrero de 398 por Teófilo, Patriarca de Alejandría.
Los primeros tiempos de su patriarcado fueron muy agradables para Juan: empezó a luchar con todas sus fuerzas contra lo que quedaba del arrianismo, por establecer la paz entre algunos obispos que estaban en conflicto y por corregir al clero y a los parroquianos. Pero esta enérgica actividad le trajo muchos enemigos, la más importante de entre ellos, la emperatriz Eudoxia, quien encabezaba la lucha contra Juan. Eudoxia era una mujer frívola y ambiciosa, había atraído a su grupo al Arzobispo Teófilo y junto con él se unieron los obispos descontentos con Juan. Estos obispos organizaron un concilio en una ciudad cerca de Calcedonia llamada la Encina en agosto del 403 y condenaron a Juan a dejar la cátedra y al exilio en el Ponto.
"La iglesia de Cristo no comenzó conmigo ni terminará conmigo" — les dijo Juan a los fieles y dejó la capital. Pero la misma noche hubo un terrible terremoto y sus golpes más fuertes se escucharon en el palacio. Asustada Eudoxia mandó pedir al Crisóstomo que regresará a la ciudad. Pronto el ambiente de reconciliación se transformó en nuevos enfrentamientos con Eudoxia. Pasaron dos meses y Eudoxia se entregó nuevamente a sus pasiones y vicios. En la fiesta de San Juan Bautista, el Crisóstomo inició su sermón con estas palabras: “Ya se enfurece nuevamente Herodías, nuevamente se conmueve, baila de nuevo y nuevamente pide en una bandeja la cabeza de Juan”. Sus adversarios consideraron estas palabras como una alusión a Eudoxia. Esta vez Juan fue condenado por rebeldía y fue enviado al exilio a Cucusa en el año 404, en la frontera de Cilicia y Armenia, adonde durante tres años acudían desde Antioquía muchos de sus antiguos fieles, por lo que sus enemigos decidieron desterrarlo a Pitio, lugar inhóspito cerca del Cáucaso.
El arduo viaje de 3 meses estuvo lleno de contrariedades y sufrimientos; los rudos guerreros llevaban al Santo caminando a través de las montañas con calor y lluvia torrencial. El Santo no alcanzó a llegar a Pitio; entregó su alma al Señor cerca de Comana, en el Ponto, en la capilla del Mártir Basilisco, donde, durante la noche tuvo la visión del Santo Mártir, quien le dijo: "No te entristezcas, hermano, mañana estaremos juntos." Al día siguiente, por la mañana, después de comulgar los Santos Dones, y de pronunciar las palabras: "¡Gloria a Dios por todo!" San Juan Falleció en paz el 14 de septiembre de 407.
Sus santas reliquias fueron trasladadas a Constantinopla 31 años después por el Emperador Teodosio el Joven y Santa Pulcheria. Los hijos de Arcadio y Eudoxia con fervientes suplicas pidieron perdón por los pecados de sus padres; el retorno de estas santas reliquias es celebrado el 27 de enero. Crisóstomo hizo exhaustivos comentarios sobre las Sagradas Escrituras y es el autor con más número de obras entre los Padres de la Iglesia. Nos dejó comentarios sobre todo el libro del Génesis, los Evangelios de San Mateo y San Juan, Hechos de los Apóstoles y sobre todas las epístolas de San Pablo; 1447 sermones y 240 epístolas. Junto con esta conmemoración y la del 27 de enero, se le conmemora con los jerarcas de la Iglesia Basilio el Grande y Gregorio el Teólogo el 30 de enero.

SAN PANTALEON

BREVE RESEÑA HISTORICA




La historia cuenta que Pantaleón nació a principios del año 282 y vivió su corta vida (23 años) en la ciudad de Nicomedia, entonces perteneciente al Imperio Romano, y conocida actualmente con el nombre de Ismid, en proximidades de la ciudad de Estambul, Turquía Asiática.
Su madre era cristiana y se ocupó al comienzo de la educación del pequeño niño, iniciándolo en la Fe en Jesús, la que falleció cuando aún era muy chico, mientras que su padre, que era senador del gobierno romano y de ambición desmedida, le proporcionó los mejores maestros de literatura y luego lo puso a estudiar junto a Eufrosino, médico del emperador.
Su progreso en los estudios le dispensó a Pantaleón que el emperador lo nombrara su médico de cabecera. Es entonces que entabló amistad con Hermolao, anciano sabio que era amigo de su madre, quien le enseñaba sobre que al que tiene Fe en Jesucristo y en sus milagros también los puede llegar a hacer en su nombre y, aunque estas palabras al principio no calaban en el muchacho, el Señor iba depositando en su corazón puro y amante de la verdad su gracia.
Se cuenta que un día halló en su camino a un niño muerto por la mordedura de una serpiente que todavía se hallaba en el lugar, lo que conmovió las fibras de su corazón, e invocando el nombre de Jesús pidió la cura o resurrección de la criatura y la muerte del ofidio, contemplando luego para su asombro que el niño revivía y la serpiente moría, con lo que el Señor le quitó al joven médico todas las dudas que tenía sobre las enseñanzas de Hermolao.
Luego de ello, Pantaleón comenzó a prepararse para el Bautismo, porque quería ser un soldado de Cristo, e invitó a su padre para que también se bautizara, a lo que el mismo se negó. Pero Dios le puso en el camino a Antimo, un ciego de muy buena posición, el que había gastado mucho dinero en tratamientos sin resultados, al que el joven tocó sus ojos con las manos y, en nombre de Jesús, le devolvió la vista, provocando así la conversión de su inflexible padre.
Poco tiempo después su padre falleció, dejándole a Pantaleón una cuantiosa fortuna, que repartió entre los pobres, a quienes consideraba sus hermanos. En tanto, el emperador Diocleciano, inducido por los sacerdotes paganos, dictó leyes para perseguir a los cristianos, aunque como estimaba al joven médico no prestó oídos a las acusaciones en su contra.
En el año 313, al morir Diocleciano, lo sucedió Maximiliano, quien quiso disuadir a Pantaleón de su Fe, mandando que lo ataran a un poste y lo flagelaran, azotándolo con látigos y otros tormentos, quemándole luego las llagas con hierros y tizones encendidos. Viendo los torturadores que Pantaleón no experimentaba sufrimiento por los castigos, y que a cambio esto aumentaba la conversión de los presentes, decidieron poner fin a su vida, introduciéndolo en una caldera con plomo derretido. Este hecho, en lugar de causar su muerte, fue como un bálsamo que curó todas sus heridas y quemaduras.
Maximiliano, viéndose humillado al no poder quebrantar la Fe del Santo Médico, mandó atarlo de pies y manos y le colgaron del cuello una pesada piedra, para luego arrojarlo al mar, y Pantaleón salió flotando en la otra orilla, donde fue rescatado y desatado por sus amigos.
Preso nuevamente, fue llevado ante el Emperador, quien también mandó detener a Hermolao y decapitarlo por no ofrecerse a los dioses paganos. Pantaleón fue enviado al anfiteatro para que lo devoraran las fieras y ante la presencia de todos y de Maximiliano los leones cambiaron su actitud y le lamieron las manos, lo que provocó muchas conversiones al cristianismo. Luego fue preso nuevamente y atado a una gran rueda dentada, para arrojarlo a una barranca para que se destrozara el cuerpo del mártir, pero la rueda, en la primera vuelta, cortó las ligaduras, dejando a Pantaleón libre en el suelo.
El emperador, desesperado ante estas demostraciones divinas y milagrosas, quiso terminar de una vez con él, haciéndolo llevar y atar al tronco seco de un árbol en el centro de la plaza de Nicomedia, donde fue azotado, y cuando su sangre humedeció la tierra el añoso olivo dio muestras de vida y de su tronco aparecieron hojas y frutos, y Pantaleón, cansado de tantos tormentos, pidió a Dios que lo llevara consigo, por lo que su eterna vida se halla simbolizada en la estampa donde está el olivo que volvió a nacer.
Se dice que una mujer recogió su sangre del suelo, mezclada con tierra y musgo, y que aún se conserva. Cuando se conmemora su martirio, todos los 27 de julio de cada año, esa misma sangre, que está siempre coagulada, se licúa milagrosamente, lo cual es un hecho inexplicable para la ciencia y admirable aún para los incrédulos.
Este prodigio puede observarse en el relicario de la ciudad de Ravello (Italia) y también en Madrid (España), donde también se venera la sangre de San Pantaleón. San Pantaleón es muy devocionado por el pueblo en general, que acude habitualmente a él para pedirle y agradecerle su intercesión por su salud y la de sus seres queridos.


SAN PEDRO Y SAN PABLO

BREVE RESEÑA HISTORICA


Pedro y Pablo: dos personas muy diferentes, dos historias muy distintas, dos «conversiones» que nada se parecen (la de Pedro duró tres años; la de Pablo, un instante), dos apostolados que empiezan siendo muy diferentes, pero que cada vez se van pareciendo más, hasta quedar unidos en el martirio en Roma, bajo Nerón.

Pedro se había retirado a Galilea después de la muerte de Jesús, pero la resurrección lo hizo volver a Jerusalén, a reunir a la comunidad mesiánica y esperar la venida del Hijo del hombre. Pero el Hijo del hombre venía como rey de todos los pueblos; por eso, Pedro reconoció desde el principio la misión que Cristo había confiado a Pablo.

Con tiempo vio Pedro cómo la comunidad se extendía por una vasta geografía y se fue haciendo presente por todas partes donde había cristianos. Había experimentado la obra de Dios en el apostolado de la circuncisión, es decir, conversión de los judíos y encarrilamiento de los paganos por la senda de las prácticas judías. Así se habían de cumplir -creía él- las profecías sobre la venida de todos los pueblos a Jerusalén.

Pablo, en cambio, y toda la Iglesia de Antioquía, iban más allá. Habían visto la obra desbordante del Espíritu entre los paganos, sin que dejaran de serlo. Fueron, con el testimonio de esta obra de Dios, a Jerusalén, a buscar el acuerdo de los apóstoles y salvar así la unidad de la Iglesia. Santiago, el eterno judaizante, y Pedro y Juan reconocieron que la dirección de la Iglesia pasaba por encima de ellos, y se rindieron a la obra creadora del Señor, que de las piedras saca hijos de Abrahán.

SAN MIGUEL ARCANGEL

Defensor de la pureza y santidad de Dios



Cuenta la historia biblica, que hubo una batalla en el cielo y Luzbel que era el angel mas bello del cielo se lleno de vanidad y quizo retar a Dios.Mas Miguel en amorosa fidelidad a Dios le hizo ver que nadie era como Dios y precipito al endemoniado angel (luego lucifer) hacia los abismos, encadenandolo para que nunca mas hiciera daño...Miguel se refirio a la serpiente que era el demonio diciendole:"¿Quien como Dios?"...En recompensa por su humildad y majestuosisima fidelidad y bondad fue coronado por Dios como el principe de los ejercitos celestiales, y tiene como tarea ser el guardian y protector de quien lo invoca para alabanza y gloria de Dios.
En el libro de Daniel se dan algunas referencias sobre este poderoso Arcangel, tambien el el libro del apocalipsis..."Entonces se desato una batalla en el cielo:Miguel y sus Angeles combatieron contra el dragon.Lucharon el dragon y sus angeles, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar en el cielo para ellos.El dragon grande, la antigua serpiente, conocida como el demonio o satanas, fue expulsado; el seductor del mundo entero fue arrojado a la tierra y a sus angeles con el..." 
Resultando Miguel vencedor, es quien tiene el poder de encadenar y ahuyentar al demonio en situaciones donde se requiere de poderosa ayuda angelica.

 

En la Iglesia Ortodoxa

El papel de san Miguel en las Iglesias Orientales, es básicamente la misma que en la Iglesia Católica Romana; sólo que a diferencia de los católicos, san Miguel es más representado en la iconografía religiosa que el arcángel Gabriel. Se le representa vestido con túnica como cualquier otro ángel, pero llevando una espada o una lanza, en una mano, y en la otra un globo transparente, coronado por una cruz, que representa el universo sobre el que San Miguel tiene poder en nombre de Cristo. En las Iglesias Orientales se le considera defensor de la pureza y santidad de Dios, frente a las potencias falsamente luminosas. Es el ángel de la noche mística, "allí donde Dios despliega la luz verdadera".

En Constantinopla, san Miguel era considerado el gran médico celestial. Su santuario principal, el Michaelion, estaba en Sosthenion, casi 50 millas al sur de Constantinopla; ahí se dice que el arcángel se le apareció al Emperador Constantino. Los enfermos dormían en las noche en esta iglesia, esperando una manifestación del santo; su festividad se mantenía ahí el 9 de junio.

Otra famosa iglesia bizantina estaba entre los muros de la ciudad, en lo baños termales del emperador Arcadio; ahí la festividad del arcángel era celebrada el 8 de noviembre. Esta fiesta se propagó sobre toda la Iglesia Griega, y las Iglesias Siria, Armenia y Copta también la adoptaron; ahora es la principal fiesta de San Miguel en el Oriente. Se puede haber originado en Frigia, pero su punto de marca en Constantinopla fue la Thermae de Arcadius. Otras fiestas de San Miguel en Constantinopla eran: 27 de octubre, en la iglesia “Promotu”; 18 de junio, en la iglesia de San Julián, en el Foro; y el 10 de diciembre en Athae.

Los cristianos de Egipto, pusieron al río que les daba la vida, el Nilo, bajo la protección de San Miguel; adoptaron la fiesta griega y la pusieron el 12 de noviembre; el día 12 de cada mes, celebraban una conmemoración especial del arcángel, pero el 12 de junio, cuando el río comenzaba a crecer, lo guardaban como feriado de obligación de la fiesta de San Miguel “por la crecida del Nilo”: Euche eis ten symmetron anabasin ton potamion hydaton.

El culto a san Miguel arcángel llegó a Rusia, a través de la Iglesia Ortodoxa. A él le es dedicada una de las iglesias de la Plaza de la catedrales en el Kremlin de Moscú, y el Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas en Kiev, Ucrania.

viernes, 24 de septiembre de 2010

SAN ONOFRE

PATRONO DEL HOGAR Y DEL TRABAJO




San Onofre nació al final del siglo IV. Se retiró en el desierto de Tebas en el Alto Egipto donde vivió como ermitaño durante 70 años. Cuando sus vestimentas se redujeron en pedazos, el Señor le hizo crecer sobre todo el cuerpo un pelo abundante que lo protegía de los rigores del clima, y cada día un Ángel venía a traerle un pan pora su comida.
Se venera en Occidente como el Santo Patrón de los tejedores. Aquí la inscripción sobre la filacteria: "Que los apetitos del vientre no los separe de Cristo; que el barro de las pasiones no les seduzca, o llorarán en el fuego devorador."

SAN JORGE EL PROTECTOR

Patrono contra todos los males y las brujerias





LA LEYENDA DE SAN JORGE Y EL DRAGON:

Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo la ciudad de Silca o Silene, donde acudían a veces dragones.  Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando Silca durante un periodo de tiempo.  El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres que acababan muertos.   Un buen día, según cuenta la leyenda, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene.  El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija.   El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población.   Pero el rey no quería aquella muerte horrible para su hija.  Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregarle a la princesa. 
La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada.  La doncella le respondió a sus preguntas como pudo.  San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, justamente, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía.  Rápidamente St. Jorge montó sobre su caballo y sacó su espada y con mucho coraje se le enfrentó.  Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria.  En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras el enfrentamiento, St. Jorge seguía abogándose al todo poderoso.

Una vez que pudo controlar al animal, St. Jorge pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón y así lo hizo la joven.  Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón.  Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.   
Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo.  Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”.  Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.
En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo éste desplomado al suelo.  Su sangre se escampó por todo y de rodillas St. Jorge entregó a Dios su victoria.
Dice incluso su leyenda que San Jorge quiso hablar con el rey y enseñarle cuatro nuevas aptitudes: Crear y honrar una iglesia al Dios cristiano, ayudar a sus sacerdotes, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.
Al principio, cuenta la leyenda, San Jorge ocultó su religión hasta que un tiempo después decidió hacer pública su condición de cristiano.  Cuando el emperador conoció este dato, no dudó muy enfadado, ordenar ejecutar al joven tribuno.  San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador. 
Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303.  Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía), donde estaba destinado. 
Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento.   Los mismos convencieron a la monarca de que se convirtiera al cristianismo. 
Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también conocida como “Hagio Georgiopolis”.   Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos.
En la inscripción de su tumba se lee:  “San Jorge, portador del estandarte” en griego.
En Israel se cuenta que el venerable nació en Lydda (Israel) y no en Capadocia, como cuenta la leyenda.
Su fábula la trajeron los marineros y cruzados europeos venidos de Siria en el siglo XI.  En Grecia, el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo, tan venerado.  Antes de estos acontecimientos, San Jorge ya era muy querido en Siria y Palestina.  El emperador Constantino I construyó una iglesia en honor al santo convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega.
Uno de los primeros Papas de la Iglesia le canonizó en el año 494 y fue el papa Gelasio I, señalándo como fiesta de San Jorge el día que murió degollado, el 23 de abril e inscrito en el santoral católico.  
En el siglo VI, un abad irlandés, Adomnanus de la isla de Iona se hizo con los relatos del obispo de Galia, en que Arkulf peregrinó a Tierra Santa hacia el año 680 y trajo consigo la leyenda.
Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por los hombres de Saladino en el año 1191.   No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.
En España, este santo vino de la mano del rey aragonés, Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096
Pedro II fue quien fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona.
Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de St. Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia.
Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.
San Jorge fue siempre el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y el primero de Aragón, y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.

domingo, 19 de septiembre de 2010

San Cipriano y Santa Justina



Santa Justina era de Damasco, vivía en la virginidad por Cristo. San Cipriano era de Antioquía y empezó como un iniciado de magia y adorador de los demonios. Un cierto hombre joven se había enamorado fuertemente con la belleza de Justina y contrató a Cipriano para que ella lo amara; cuando Cipriano intentó cada dispositivo demoníaco que él sabía, y falló, sintiéndose rechazado por el poder de Cristo a quien Justina invocó, él entendió entonces la debilidad de los demonios y llegó a conocer la verdad. Liberado del engaño demoníaco, él llegó a Cristo y quemó todos sus libros de magia, se bautizó, y después ascendió el trono episcopal en su país. Después, él y Justina fueron arrestados en Damasco, y habiendo soportado muchos tormentos, les enviaron finalmente a Diocleciano en Nicomedia dónde ellos fueron decapitados aproximadamente el año 304.